A veces él se pregunta cómo sonará esta época, es decir, estamos en otro siglo, reacciona. No quisiera hablar del sonido en tono mayor, el coro de ángeles, de los hijos de Benjamin Britten y de Bach, sino de los más achorados, los que toda la gente cree que duermen como animales, toman, fuman, fornican hasta más no poder. Pero en el fondo y ciertamente, los rockeros que él prefiere (y los cree artistas y no solo virtuosos) no son más que un puñado de chicos tímidos y estupendos: pelicortos, delgados, con problemas de dicción.
Otras veces, mientras el calor lo atosiga y está anotando alguna carta que le ha dejado un pariente muy lejano y querido, disfruta de una y otra canción de un grupo que se llama Las teclas negras, gringos que se alucinan mexicanos, que junto a otra banda, la mejor banda de los universos exteriores e interiores, Radiohead (de los que no escribe ahora porque quedaría corto y minimizado, y además trabaja en un homenaje extraño, que compila las artes que a duras penas maneja: pintura y pirotecnia), aparecen en su panteón de cómo suena esta, su época, es decir las primeras décadas del tercer milenio, aun si al quinteto de Oxfordshire no le cuesta ir de acá para allá. Como cuanto su madre dice: esa canción es de mi época. La respuesta más lógica, y que siempre hace a su madre es, Madre esta es tu época también. A lo que siempre su madre dice, no pues, cuando era joven. Bien, entonces habiendo decidido que su época no es sino siempre el ahora, hace un pequeño break a la lectura y comentario de la carta para preguntarse bien y qué le dirá luego a los nietos, sobrinos o quien sea cómo sonó esta época, es decir, esta carta que lee y anota será el referente; quedamos en que su época serían todos los años que posea algún referente. Aun si tuviese noventa años. Se acuerda que Beethoven, gran tío furioso, no gobierna una época, sino todas las épocas. Por supuesto que no interesa cómo suenan otras épocas y otras órbitas, es decir otras personas, sino él mismo: detengámonos en este asunto, dice, alto.
"Esta época, o sea las otras fueron fruto de constelaciones apropiadas, planetas alineados, años setenta, pero para qué llorar sobre espacios anteriores cuando todo sucede ahora, ahora, ahora. Algunos entusiastas de otras épocas escuchan la música de estos años de manera distinta y a veces celebran tonterías. Bandas de nombres extraños con número incluido, ejemplo: M83, que luego de escucharla, no es que sea mala, no (es pésima, dirá luego), dejan resaca innecesaria. /Define qué es resaca innecesaria, le digo/ Resaca innecesaria te causa la música que algunos visionarios te dicen está -soberbio- pero luego escuchas y solo te sirve para poder decirle al mundo, he perdido cuarenta minutos de mi vida escuchando lo prescindible. O que solo te sirve para bailar, o que sirva, simplemente. Y eso te obliga a regresar a la época donde los planetas alineados parieron los mejores acordes posibles."
Quisiéramos advertir que las declaraciones de nuestro amigo no son de las más lúcidas, tan ocupado está con la carta que no se ha dado tiempo de establecer un sistema para sus apreciaciones. Soy testigo de que le gusta la música de sonido algo sucio. Es quizá pueril: le gusta la música que pueda tararear o insinuar un baile con un trago en la mano, nada de sonidos tropicales ni hardrock porque padece de una deficiencia de nacimiento, solo puede gustar de la música orientada hacia la melancolía o que toquen fibras cursis tal vez, así ha nacido y nada lo cambiará; también gusta de grupos de cuyos álbumes se puede decir a alguien que ama: te dedico el track ocho de ese álbum para simplificarse la vida. Si es que esa música se puede escuchar en la oscuridad, mejora el asunto, porque padece de insomnio. Ahora ha regresado a los brazos de lo que siempre ha escuchado y sobre todo de esos dos gringos mexicanófilos. Tienen una canción que le ha hecho recordar a la estrella de la natividad que vieron los reyes magos, porque algún amante (entre susurros femeninos) dice ser la luz siempre brillante y bullente. Genial, así suena nuestra época.
Harto del devaneo estúpido, le digo que regrese a la lectura de la carta de su querido pariente.
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