Estimado señor Van Morrison:
Hoy desperté y por una fracción de segundo o más, no supe qué edad tenía. Hay un momento en que la luz amenaza la oscuridad de la habitación, no es una entrada decidida, sino una insinuación, muy delicada, pero igual es una amenaza, enviada directamente por el tiempo. En esa fracción, no supe qué edad tenía y era como una fruta recién pelada, fresca pero indefensa. ¿Qué edad tengo?, me dije. Esta edad, tengo esta edad. Pero no puede ser, pero no puede ser. Trataba de convencerme de que no era así, de que era menos, de que no podía tener en realidad esta edad, era imposible. ¿Dónde estoy?, me pregunté. En mi casa, respondí al toque, en mi cuarto, en mi habitación, en el mismo lugar. Ese resulta el peor momento del día, el momento en que esa luz, limpia, invade la habitación y da forma a todos los objetos, y a un nuevo día. Es el momento de la lucidez total. Me golpea ciertamente el alma.
También acabo de conversar con alguien que me dice palabras áureas, en este calor, desea: ojalá que llueva. Entonces quisiera convertirme en una corriente de agua.
Atentamente,
Un fan
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