Querida musa:
Regresa a visitarme mi amiga.
Disculpa que cuando hayas estado conmigo, sentada a mí lado, te haya torcido la muñeca con tanta fuerza.
También disculpa que haya roto el enchufe que suministraba energía a tus sesos.
¿Qué querías si no te gustaron mis historias de infiernos y de monstruos que devoraban a sus padres?
¿Qué querías si cuando discutimos sobre el ocio, tú desdeñaste mis aplicados esfuerzos, porque quieres que sea esclavo de tus apariciones?
Ahora viene el Demonio a visitarme. Ha encendido mi pupila, ha destapado mi tímpano.
¿Por qué no te gusta mi nueva sabiduría, que me susurran moscas aficionadas al estiércol?
No te molestes si ahora tu verbo o los testimonios de tus hijos más dedicados no me pueden ayudar a descifrar el sonido y color de cielo y las profundidades del mar. Ya no quiero musa deletrear las formas que me rodean, quiero pintarlas y hacerlas tañer.
Pero igual regresa, amiga, quiero que me presentes a tus hermanas, las que visitan a los otros desdichados.
T.
Publicar un comentario