20 de agosto. Misterio.

En invierno las condiciones para desplegar mis atributos de Trickster son mejores. Como el frío es buen pretexto para desaparecer bajo cubiertas y cubiertas, puedo escabullirme debajo de pliegues viejos o lana pesada sin que nadie sospeche que quisiera ser transparente. El martes pasado encontré en la cómoda de mi abuela una caperuza de color azul y no pude despegarme de ella. Paseé por el campo protegida por la sombra azul toda la semana.

Martín me dijo para ir a una caballeriza que quedaba a ocho kilómetros de nuestra casa. Al comienzo no quise pero luego me animé o él me convenció. El cuidador de los caballos usualmente pasa todas las tardes con esos animales geniales y nerviosos. Me acerqué al más pequeño de todos, Misterio, y se espigó apenas rocé su pelaje con mis dedos. Tardé tres semanas en conocerlo. El cuidador nos contó que una vez, Misterio se perdió cuatro días; cuando él llegó a la caballeriza casi al amanecer, no lo encontró. El dueño de los caballos es un hombre solitario que idolatra a Misterio porque es hijo de su yegua preferida, compañía de su infancia campestre y regalo de su padre. Lo buscaron todo el día y tan torpes fueron que ni lograron ubicar las huellas de sus cascos en la pradera seca. Confiaron en que regresara Misterio, tan acostumbrado desde su nacimiento a la calidez de la caballeriza, y así lo hizo. Y nadie pierde el tiempo haciendo hipótesis sobre los rumbos de un animal perdido cuando ya está en el lugar donde queremos verlo.

Pensaba escribir una biografía de Misterio, como estoy tratando de hacer con todas las personas que me rodean, para fijar mi tiempo, y dejé de creer en el proyecto cuando recordé que su ausencia de cuatro días supone un obstáculo si trataba de ser biógrafo en serio. Si quisiera saber la historia de Misterio, podría preguntarle al cuidador cuál es su rutina, sus gustos y miedos. Es probable que se sepa todo de él; dueño de su rutina es su cuidador, completaría la vida de Misterio su amo, quien lo vio nacer; nosotros fuimos testigos de este último mes y sin embargo nadie sabe qué fue de Misterio esos cuatro días. Mañana en el diario trataré de imaginar la vida de Misterio en sus días de vagabundeo, solo eso me queda.

Luego de tres semanas de conocerlo (ahora sé, entre otras cosas, que nació un doce de febrero, extraña fecha para un caballo; febrero es mes del placer humano), Misterio me permitió acompañarlo en un paseo por el campo. Yo traté de reducir mis nervios para que él se sintiera paseando de verdad y no obligado a llevarme. Una vez me dijeron que los caballos eran felices si corrían, que odiaban estar de pie; no sé si lo hicieron para consolarme cuando veía a los caballos en las carreras o si es cierto, que sienten a plenitud la velocidad, que disfrutan cada afrenta de sus músculos al golpe del viento.

Para la ocasión, me puse una elegante caperuza azul. Martín tomó la foto.


sábado, 20 de agosto de 2011

2 responses to 20 de agosto. Misterio.

  1. Ramón Paz says:

    Tal vez no fue un caballo, sino un burro, y su nombre no era misterio, sino Platero; no hubo ninguna caperuza azul, sino que era la misma caperuza de color rojo que usó aquella niña provocadora que terminó en la cama con el lobo... Quizá todo deba ser dudado, ya que, como todo trickster, tu trabajo es engañar y doblar las reglas de la realidad, y como toda hormiga que conversa sobre elefantes, mi trabajo es solamente conversar sobre elefantes.

  2. Trickster says:

    Muy acertadas sus apreciaciones.

    Ahora que estoy redactando la biografía de Misterio, se han posado en mí varias preguntas sobre su naturaleza, qué es ser caballo, qué siente un caballo de sí mismo, en cuanto ser, que lo hace diferente de un burro, por ejemplo. Tan importante como ver las diferencias de Misterio con Platero es notar que el color de los objetos que nos rodean lo son todo. La caperuza que usé toda la semana fue efectivamente azul y no roja, si hubiera sido roja, me habría encontrado con un lobo y no con un caballo.

    Sobre mi naturaleza de trickster, no tengo certezas, utilizaré esta bitácora para tratar de entender bien qué puedo ser. No crea que siempre trato de inventar o engañar, en realidad importa a un trickster también ser distinto y no solo parecerlo.

    Un abrazo.

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