Amado Shelley:
Leí tu carta comiendo tortees picante con agua helada. Ha comenzado a garuar un poco y los cadáveres de las polillas caen de los focos, las alas se quedan pegadas en la luz o en las páginas amarillentas de los periódicos. Eso es lo que pasa hoy y acá.
Yo también quiero sentir el tam tam en mis riñones pero aún no lo logro. Cada día estoy más pérfido. He tomado tanto ron en las últimas semanas que no siento las neuronas en su lugar, me duele el lado inferior derecho de mi cuerpo y quiero tirar con todo el mundo. Y aún así soy una buena persona porque todo eso no me enorgullece, no soy tan imbécil.
Ayer vino Alicia y quiso que me pusiera romántico. No pude y se molestó. Le dije que la marihuana era para gente sin imaginación y se molestó más. Le dije que no me conocía en absoluto y lloró con berrinche. Estoy verdaderamente concentrado en una nueva idea y Alicia ya es solo una nube que se mete como gusano en la manzana podrida; mis intenciones y sentimientos. ¡Es que no me dejaba ver bien! Es una imitación gaseosa, obtusa de mí, ¿cómo no la vi así hace años? Estoy pensando en múltiples ideas para encontrarle un nuevo camino sin lloriqueos ni reclamos.
Ah, mi idea. No te la debería decir porque no tiene forma todavía, como tu cuerpo que anhela un molde, mis ideas flotan y me animan, en todo caso, te lo diría al oído para que nadie escuche, solo un verdadero negro como tú Shelley merece escuchar semejante idea que de concretarse izaría al hombre hasta las profundidades del infierno, sin morir.
Ayer soñé contigo Shelley, estábamos en medio de un camino, o de una vida, que es lo mismo, nos mirábamos pero no podíamos hablar y tú eras un pollo negro que miraba hacia unas ramas. Te llamaba pero no podías escucharme ni entenderme ni yo podía proferir palabras. Yo también era un pollo oscuro. Estábamos absorbidos por nuestra situación individual de aves ignorantes en medio de un forraje copioso. Y sentí la mirada de alguien sobre nosotros, allí desperté.
Era un sueño que solo repetía nuestra situación, de lo que pasa acá y hoy. Y que así sea, Shelley.
Byron
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