En un bus suelen viajar distintas órdenes de la naturaleza. Insectos. Homínidos, niños nacidos por accidentes de la pasión. Ni las brujerías más avanzadas de nuestro milenio ha podido abolir la tiranía de la cópula con reproducción. Mujer que menstrua 12 veces al año, con 12 cuidados de preñez. Las criaturas que se agarran de las madres a las que han poseído en un cuerpo y en un alma.
Y el insecto alado. El universo en un vidrio de un bus. Una polilla o una mariposa nocturna; vital diferencia existe sin que yo pueda saber como tanto otro, como el recorrido de un musgo en las veredas húmedas en invierno. Como la composición de la tierra que parece ser una sola entidad aquí y allá lejos. El éter, dicen los griegos, vital. ¿Acaso hay éter en la negra tierra? No, el éter no reproduce sino conserva la vida.
El universo en un vidrio de bus, una polilla pegada a la ventana. Cada cuanto apenas bate las alas. Contornea su pardo cuerpo un halo. Respiración o sudor. La polilla sudando ha recorrido kilómetros sin cansarse; ha utilizado transporte urbano.
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