Gerardo:
Ayer tuve un sueño verdaderamente asqueroso. Soñé que estaba enamorado de alguien. Iba por la acera tomado de la mano con esa persona. No te podría asegurar si era un hombre o una mujer, pero era una criatura agradable, que me complacía. Tomar de la mano a alguien fue asqueroso. Aunque sentí minutos de tranquilidad. En algún momento mi sueño se degenera en una absurda revelación de que esa persona era un antiguo rostro de un conocido que nunca aprecié. Esto me trastornó; mi alma traidora conserva figuras que mi cerebro por salud desecha. No desenmascaré a la persona impostora en ese instante. Seguí con la farsa y las buenas maneras del sueño.
El rayar de un búho en el cielo hizo que recordara que en la vigilia me habían hablado de un rostro que un paciente psiquiátrico había dibujado en una de sus terapias: se trataba de un hombre que siempre aparecía en sus sueños. El psiquiatra se sorprende al ver al mismo hombre con el que sueña siempre. No se asusta, sucede alguna sorpresa en su vida y se alegra. Luego la historia se difunde y toda la gente empieza a soñar con ese rostro, que no es agradable, he visto esos dibujos. Dicen que en Pakistán y en Japón han soñado con ese hombre. Hay testimonios de cualquier matiz: unos dicen haber visto a sus padres en la cara de ese extraño, otros incluso sostienen haber hecho el amor con él.
El rayar del búho en el cielo me recuerda que yo he visto ese rostro en la vigilia y con un poco más de sentido, por sugestión, tendría que verlo en mis sueños también. No lo veo sino a otra persona. Nunca he soñado con desconocidos Gerardo, o no sé si hay forma de recordarlo. No entiendo cómo puede haber gente que puede soñar con ese sujeto del dibujo incluso en diversas poses amatorias.
Por eso me estoy perfeccionando en comandar mis sueños. El primer paso es no comer mucho en las noches. Mi madre repetidas veces me dice eso. Lo segundo es cantar o rezar (es lo mismo) antes de dormir. Es un pacto. Yo he apostado por un aria triste. También podría ser una canción sobre árboles de plástico o una estrella negra, de los mismos compositores. Luego está penetrar en el sueño como cuando uno se zambulle en el mar, de a pocos pero con el sentimiento de muerte en el vientre.
Cuando vea rayar al búho en el cielo, como esta mañana, estaré listo para acompañarlo, pero primero en cada sueño tengo que diseñar una a una mis plumas, mis ojos glaucos; esto tomará tiempo. Seré ojizarco, Gerardo, quizá vuele y penetre en tus sueños. Sueña con un caseta blanca en el techo de una casa de cuatro pisos. Allí llegaré. Espero que la diseñes correctamente, mis alas extendidas miden cerca de metro y medio.
Allí nos vemos.
R.M.
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