Manzanas


Mi amado E.:

Me han explicado. Sales minerales, tierras, agua y demás trasuntan en un fruto una especie, Malus domestica, que viene de mela, manzana en griego y doméstica porque se puede criar donde quieras, cómo quieras y comer como desees, frutas salvajes, amargo vinagre, chispeante ensalada, consomé, sidra, todo eso se puede hacer con esa fruta. Eso anoté bien y con otros detalles que me dieron unos campesinos que estaban cosechando manzanas un martes por la mañana en que yo solo apuntaba y dibujaba el paisaje; detalles como este: uno puede morir por comer pepas de manzanas.

Explico en qué pensaba esos momentos. A los primeros hombres causó especial fascinación la manzana, un seno, un sexo, todo eso puede ser la manzana. La imaginación disfruta mejor que la sensatez. Si Eva no le hubiese dado a su compañero de paraíso esta fruta plena de almidón, este no se hubiese atorado con ese fruto y tampoco dormido en su seno ni entre sus piernas. Todo eso. El castigo es en efecto, la pena eterna. Vale tanto, lo sé.

El asunto mi amado E. es que a mí la manzana me parece obsoleta, desabrida como una mujer correcta y un desperdicio de esfuerzos de la tierra. Frente a la manzana, fruto muerto, inerte, pesado; la papaya parece la reina de las frutas, tan carnosa pero suave y húmeda, vital. La manzana ni siquiera es demasiado exuberante y encendida como la fresa, reina de las salvajes, podría fingir una muerte con el jugo de esa fruta. La fruta que desbarata mis tristezas es la naranja porque pica mis nervios y esconde la tristeza. El hollejo de la naranja parece carne sin sangre. El lúcumo es una fruta sofisticada: almidonada pero especial, sabrosa con leche pero sola no, se guarda, tiene reservas; la naturaleza la sabe valiosa. 

Hoy día me han preocupado los muertos y los vivos, los muertos sobre todo. Las frutas están de los dos lados: mantienen la fibra viva pero no alimenta la tierra ya sus venas. Todos los días mueren ellas, morimos. Cuántas muertes ha causado la manzana que lanzó la Discordia sobre la mesa del banquete, que como un meteorito aterrizó en seco, terrosa manzana, dorada manzana. Y a pesar de su circular forma, su compostura, la manzana flaquea en el paladar; arte puede gestar en el paladar el sabor de otras frutas pero la cocina sofisticada cómo esconde el sabor de la tierra y se erige falsa arte, falso todo, vacío de ricos. 

Y sin embargo las manzanas de Cézanne que rebalsan y el acento inglés, la manzana atravesada de Johnny Depp.

T.

martes, 3 de julio de 2012 Leave a comment

El friso de la vida


--¿De qué murió Vicente? ¿sabes eh?, le preguntó él con la boca llena. Había llegado tarde, con hambre. Entró muy rápido, de manera automática se sirvió un poco de arroz y se frió un huevo. 

El otro apenas volteó cuando escuchó que se abría puerta, seguía viendo la televisión: un programa sobre agentes de la DEA que se enfrentan a narcotraficantes colombianos. 

--No tengo idea, musitó. Estiró su pies, apagó la televisión y se dio la vuelta hacia el respaldar del sillón. Se hizo el dormido, se ovilló. Pensó que ya no quería seguir viviendo con él, que sería mejor irse de ese lugar desconocido en que había caído, el tedio de la convivencia. Eso sintió apenas se difuminó la luz del aparato.

El otro siguió comiendo en el comedor y luego se fue al baño.

--¿De qué murió Vicente?, se preguntó a sí mismo en la oscuridad. Apretó los ojos, no lo recordaba bien, no lo tenía claro. Las películas ahora le sabían a nada. Antes de los macizos agentes de la DEA, acababa de ver una película sobre una mujer que quedaba mil años mirando a una pared, maldita sea Monica Vitti. Los hombres la pueden adorar pero él no, no entiende bien. Ni siquiera era de su generación. --¿Quién es de tu generación? Le preguntó él un día en que conversaban en un parque. Ese día lo pensó bien. 

Mi generación. Escupiría uno o varios nombres y no se decidiría. De regreso a casa, mientras observaba el tráfico, los paseantes, las familias que se habían congregado en parques, niños con triciclos, recordó que un amigo fastidiado le dijo que su mayor mérito sería engendrar y dar a luz. La tienes más fácil. Eso jamás será mi mayor mérito, replicó furibundo, incluso golpeó la mesa: solo será una circunstancia. Mi cuerpo no es mérito. Y sin embargo desfilaban a su lado todos los días en las calles los árboles y algunas madres sonrientes orgullosas de su cuerpo y de los cuerpos pequeños que desafiaban la especie primigenia, los primates, y la gravedad y sus genes que se acomodaban a las circunstancias, caminaban erguidos, incluso corrían temblorosos. Su mayor mérito. De regreso también se detuvo a observar a unos ancianos que siempre sacaban sus sillas a la llegada de las tres de la tarde. Se sentó frente a ellos con disimulo: los ancianos se sentaban juntos y solo veían el tiempo caer. Sobrevivir su mayor mérito.

Escuchó que se cerró el grifo. Nunca había sentido celos de él ni de otro hombre con los que ha estado. Quizá, se dijo siempre en silencio, como un pensamiento bajo, muy bajo, nunca había sentido demasiado apego. Que me escupan o que me pateen. Es igual, inmutable, que todo da igual cuando se carga con tanta desdicha sin explicación, desde embrión; algún fluido de la placenta de su madre definió su bilis negra. Mi generación no tiene bilis negra, solo yo, se había dicho. 

El otro sale del baño, se va al cuarto. Regresa a la sala y se sienta en el sillón del frente. Un poco de cortesía le inspira su presencia, gira su cuerpo hacia él. Él se arrodilla a su lado y toma sus manos, besa su frente. Siempre encuentra las coordenadas adecuadas. Porque nunca es fácil, nadie la tiene más fácil, solo ellas las señoras del parque y el radiante ensimismamiento de las nuevas criaturas frente a una flor, una abeja, una pelota, una anciana. Pero luego los niños se van. 

Responde con un abrazo, acerca su rostro al rostro de él, siente en su piel sus pestañas. 

--Vicente se pegó un tiro en el pecho muy joven, de la locura, le responde como un suspiro de cansancio o de resignación. Amaba el cuerpo de él, ciertamente.

domingo, 1 de julio de 2012 Leave a comment

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