En el sueño o la pesadilla recurrente, él se encuentra con una relación seca y prohibida. Podría disfrutarla porque el sueño ha vuelto accesible al Hombre de los pasos lejanos. Sin embargo la relación tiene la misma sequedad de la vigilia. Ninguna transgresión, ningún recoveco intransitable que el sueño ha hecho posible de recorrer. El sueño es un episodio o una conversación de pares lejanos que se creen unidos por un compromiso. Solo ellos. Entonces duda de la fantasía. No hay fantasía sin pasión, se dice. El Hombre de los pasos lejanos se convierte en una figura sin relevancia. El sueño lo ha devuelto al lugar que le corresponde.
Estas tardes ha estado tratando de terminar un cuadro. La primera alternativa le daría cambiar una escena del retrato que ha hecho de una familia. Es un cuadro bastante mediocre hasta ahora. Dos familias que se unen en una cena para discutir asuntos ajenos a ambos. La representación pictórica no ofrece el tema de la conversación, pero debe estar allí para que la gestualidad del cuadro denote una emoción. Hasta ahora el tema de la conversación es el arte mismo. Tema muy moderno, muy pasado de moda. Quiere hacer que los comensales conversen sobre las mejores cualidades de los hombres: una discusión natural y verdadera, pero teme no tener suficiente material de la vida para hacerlos conversar. Hasta ahora entonces el cuadro es un remedo de vida y un berrinche. Esta noche intervendrá la escena definitivamente. Solo así tendrá un bulto menos atravesado en las sienes.
La escena mediocre quizá se debe a su incapacidad de enrostrar. Siente a su familia como otro bulto que ni siquiera el Poeta mayor con todo su brillo púrpura puede hacer ligero. Lo ha tratado. Quizá terminar ese cuadro sea el cierre definitivo. Lamenta haber deseado la desaparición de algún familiar.
Caín, se dice.