Pequeña taxonomía-El cíclope I


Uno puede afirmar que alguna etapa de la vida comienza o termina (que es lo mismo) en la manera en cómo ponderamos el cielo. Por años ha estado convencido de que el frío es el clima que mejor estrecha su temperamento; creo que nunca podría desmentirse a sí mismo de lo contrario. Pero es que el temperamento no se puede modificar, ha escuchado a cierto pastor. Sin embargo ahora el sol le parece una potencia deseable, un punto al que aspira aunque no se atreva a mirarle de lleno (no podría tampoco). Tengo un ojo, se dice, porque tiene que recordárselo a falta de manantiales extensos donde pueda ver su reflejo completo; habito en el campo, entre las rocas, mi morada es la tierra. El sol de pronto a su vida adulta se ha convertido en un hogar. 

El sol, potencia quizá más antigua que Dios y que el viento, algún día se extinguirá. El cíclope lo sabe. La disposición de su rostro la han copiado los hombres para elaborar lámparas, faros y postes de luz. Su gran ojo, como un sol, como una ventana, única, absoluta, pondera los objetos moldeados por la luz de una sola forma. A veces cuando pasea por las rocas, cuando busca algún alimento que le ofrezca el sol, cree que la desventura de los humanos se encuentra en poseer dos entradas al mundo, mientras que él posee la única, la verdadera.

Y ahora pondera el cielo de otra forma. Si fuese hombre, el cielo le sabría a dos veces, a él le sabe a una, diferente esta mañana. Ha prestado particular atención al cielo porque el día anterior soñó con una constelación.  A pesar de que las estrellas desaparecen por lo general en la niebla, armadura de la noche, él siempre sueña con paisajes oscuros y encendidos por antorchas divinas, estrellas que no titilan sino queman arriba. Esa noche previa a su cambio de época, soñó. Vio una constelación muy bien definida y móvil en un sueño entre púrpura y azul, los colores del cielo postrados sobre él. La constelación era móvil, las estrellas se desplazaban en los contornos de una forma que él no podría vislumbrar, pero que un eco le anunciaba, se trataba de la constelación Acuario. 

Acuario no le dice nada, ojalá, se dice, conociera a alguien que no tuviese ojo alguno, que supiera los sueños, sobre todo en los suyos, donde no hay sol. 

lunes, 13 de agosto de 2012 Leave a comment

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